El tiempo acompañó, el cielo despejado, sin viento, una noche ideal para disfrutar de este fenómeno astronómico que demorará más de treinta años en volver a suceder.
La luna gigante y luminosa al principio, fue poco a poco quedando velada por la sombra arrojada sobre ella por nuestro planeta hasta quedar oculta; la llamada "luna de sangre", como una opalina de colores rojo-anaranjado misteriosa y cautivante. Así se mantuvo por varios minutos para reaparecer lentamente a dominar la noche con su brillo.
Pienso, cuántas preguntas habrá despertado este fenómeno en tiempos remotos, cuántas posibles respuestas, explicaciones e hipótesis de trabajo!!! Lo cierto que hoy en el siglo XXI la luna nos sigue convocando.
Fotos: Daniel Fernández